Tecnología: ¿tiempo de respuesta vs. productividad?
R: 0,3 segundos.
El tiempo de respuesta ideal es de 0,3 segundos. 0,3 segundos es el tiempo por debajo del cual el ser humano percibe una respuesta como instantánea. Por encima de ese tiempo, por pequeño que sea, percibimos alguna dilación. Si absolutamente todas nuestras acciones sobre un ordenador tardaran 0,3 segundos o menos en dar el resultado esperado, percibiríamos una respuesta instantánea a todo. Ya no haría falta un ordenador más rápido ni una aplicación más eficiente. Obviamente esto es una situación ideal e inalcanzable.
Se acaban de cumplir 30 años del lanzamiento del primer ordenador personal de IBM. Se sigue cumpliendo la “ley de Moore” – se duplica la capacidad de proceso cada 18 meses – sin embargo no parece que nos estemos acercando mucho a la situación ideal descrita arriba.
Para poner esto en perspectiva ubiquémonos por un momento en 1981. Pulsamos la tecla de retorno en el ordenador para iniciar un cálculo numérico muy complejo. Volvemos a los 3 días y medio, esperamos 3 horas más y vemos que aparece en la pantalla la respuesta. Ha tardado 87 horas. Ahora trasladémonos al año 2011. Hacemos lo mismo en un ordenador de última generación y obtendríamos la respuesta en lo que percibimos como instantáneo, en menos de 0,3 segundos.
P: ¿Por qué no vemos el efecto de ese avance exponencial en la capacidad de procesamiento?
R: Porque no estamos haciendo hoy lo mismo que hacíamos hace 30 años. Cuando se compara con lo disponible en 1981, las aplicaciones y los sistemas operativos actuales nos ofrecen avances, también exponenciales, en funcionalidad y usabilidad. No es que no hayamos cosechado nada en términos de disminuir los tiempos de espera, pero los adelantos han sido menores de lo que se pudiese esperar observando el incremento en la capacidad de proceso.
El beneficio real lo hemos obtenido en el potencial de productividad. Lo que tiene importancia, no es tanto lo rápido que responde un sistema, sino el valor que tiene para la empresa lo que se puede o no hacer con él.
Si un sistema nuevo, con un tiempo de respuesta de un minuto, nos permite hacer en una hora lo que con un sistema anterior, con un tiempo de respuesta de 1 segundo, nos tomaba ocho horas, habremos aumentado 800% la productividad a pesar de haber desmejorado el tiempo de respuesta. El ejemplo es exagerado para clarificar la idea. En la vida real no se puede obviar la percepción del usuario que utiliza el sistema. Aun siendo mucho más productivo, ningún usuario querrá trabajar con un sistema que percibe como excesivamente lento. Pero incluso en ese caso, puede que la solución más eficiente (tiempo & costes) la encontremos en algo tan sencillo como modificar la forma de trabajo y no en buscar que el tiempo de respuesta informático se acerque a ese ideal de menos de 0,3 segundos.
La tecnología CRM es un ejemplo de las herramientas que están disponibles para que las empresas puedan diseñar procesos eficientes y acceder a los datos de manera idónea, dando prioridad a la experiencia del cliente/usuario por encima de los detalles de la arquitectura tecnológica que la sustenta.